Ya lo ha dicho el inefable Steve Jobs en su intervención durante el WWDC de este año: «Vamos a degradar el PC o el Mac a sólo un aparato más. El centro de tu vida digital estará ahora en la Nube». Ya lo anunciaba Apple con el iPhone y lo confirmaba con el iPad. Ya lo mostraba Google con cada uno de sus desarrollos. Ya quisieron los netbooks subirse a una ola que, de repente, los ha abandonado mansamente en la orilla.
La informática y la tecnología han destronado al ordenador en favor de la Red. Se ha producido una socialización salvaje de los dispositivos, de tal forma que lo importante es su capacidad de estar conectados y de favorecer la experiencia del usuario en sus relaciones sociales y consumo de contenidos multimedia. Los tablets han dinamizado vertiginosamente nuestro mundillo y a su albor van a nacer nuevos segmentos en informática.Este mes,sin ir más lejos, os traemos la mirada experta de los primeros Chromebooks, máquinas sencillas cuya razón de existir está en la Nube. Intel también ha llevado al Computex de Taiwán su visión de las nuevas necesidades de portabilidad ligadas,fusionadas,con el prácticamente ilimitado ecosistema de Internet: los Ultrabooks.
Y mientras se va produciendo la migración de los hábitos de usuario desde el almacenamiento en local a la sincronización en la Red, se desmarca el congreso norteamericano instando a las autoridades españolas a penalizar el intercambio P2P y los británicos emulan a la Ley Hadopi francesa con su Ley de Economía Digital. «Que se declaren las redes P2P ilegales. Que declaren ilegal el PC», decía sarcástico un internauta en su comentario. Que abran los ojos y vean cómo se va normalizando la situación por sí sola, digo yo, que observen cómo va ganando terreno el streaming frente a las descargas, cómo es posible descargar contenidos sin atentar contra los derechos de autor, pagando por lo que se consume y por cómo se consume, que entiendan que se pueden utilizar las redes de pares para hacer intercambios lícitos. Que, como decía aquel, la tecnología ya la tenemos, ahora solo falta la buena educación.
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